¿Torpes o negligentes?

Ayer leía una noticia en la que se comentaba que una pequeña, de 28 días de vida, murió el 31 de agosto de 2009 asfixiada con una bola de papel de celulosa (posiblemente papel higiénico) que tenía alojada en la tráquea. Parecía que un padre inexperto e imprudente había cometido una negligencia que le había costado la vida a su hija. El abogado decía que son buenos padres, pero que habían cometido una torpeza.

Hoy el dictamen forense considera probado que la bola de papel hallada en la tráquea de la bebé fue introducida. Argumentan que por el tamaño y porque con 28 días un bebé tiende a expulsar los sólidos, y no a engullirlos, es punto menos que imposible que la niña se tragara sola el papel. Además, han hallado alcohol en la sangre de la bebé, lo que hace pensar que la madre había consumido alcohol antes de darle el pecho.

¡¡Cómo cambian los hechos con y sin informes periciales!!

Ayer sentía angustia por un padre que negligentemente había provocado la muerte a su hija, cuando lo que intentaba calmarla, y pensaba en cómo se supera eso. Me estremecía la escena de unos padres tan desesperados que, habiendo llamado a un ambulancia, se iban corriendo al hospital sin esperarlo. Me preguntaba si la pareja podría superar una situación tan traumática, con reproches de culpabilidad cruzados.

Hoy lo que me angustia, me estremece y me pregunto es cómo se puede tener la sangre fría de meter una bola de papel en la boca de tu hija de 28 días, aunque no sea con intención de matarla, sólo para que se calle, y cuando te das cuenta de que está muerta, en lugar de hundirte y confesar, empezar a urdir un plan en el que justificarás la presencia de alcohol en sangre porque supuestamente pusiste alcohol en el papel para calmar una herida en el labio y llamar al servicio de ambulancias media hora más tarde del fallecimiento para tener una coartada, mientras elaboras un relato creíble.

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/12/andalucia_sevilla/1302621938.html