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Declaración de menores en casos de custodia

on Tue, 04/05/2011 - 10:00

Leía esta mañana un tweet de @caabogados donde se decía que "En juicios de custodia el Juez tiene obligación de escuchar a los menores antes de resolver con sentencia la controversia entre los padres."

Si bien no voy a poner en duda esta aseveración, puesto que pertenece al ámbito del derecho, que no al mío, me gustaría hacer una reflexión entorno a este punto. En los juicios donde hay menores implicados está presente el Ministerio Fiscal, encarnado en la figura de una persona, que es el que debe velar por los menores, por el hecho de serlo. Pues bien, me gustaría comentar varios puntos acerca de la declaración de menores en un juicio, por divorcio contencioso de los padres, donde se discute, entre otros, el régimen de guarda y custodia.

En primer lugar creo que se debe tener en cuenta la edad de los menores. Es obvio que no estamos ante la misma situación si tenemos a un menor de 3 años, que a uno de 5, de 7, de 10 ... por no hablar de si son adolescentes. Su  expresión, su capacidad para comprender la situación y las repercusiones de sus palabras, incluso la capacidad para fabular o mentir son bien distintas a unas edades u otras.

Luego está la situación del juicio en sí. En un adulto, al que se le supone una madurez, que comprende los motivos y las repercusiones del juicio, y que conoce la figura del Juez, podemos encontrar muchas veces "miedo escénico" o, como mínimo, cierta tensión ante la situación judicial. ¿Qué no podemos esperar en un niño?

Tratemos de salir de nuestro traje de adultos, de profesionales, y meternos en la piel de un menor, que ha estado sufriendo un clima desagradable en su casa, entre sus padres, durante cierto tiempo hasta que éstos han tomado la decisión de poner fin a su convivencia. Pensemos en los llantos, los gritos, la tensión que han vivido. Bien, después sigue una época de adaptación, donde tienen que regirse por las medidas provisionales. En este tiempo se puede dar, o no, un intento de manipulación de un progenitor hacia el otro, o de ambos entre sí, consciente o inconsciente. Lo que se da seguro son preguntas, dudas, fantasías, miedos, y un menor contacto con ambos progenitores.

Posteriormente los papás llegan al juicio. No siempre se les explica a los menores, con palabras que puedan entender, qué es un juez, por qué sus padres acuden a él, etc. Y, con o sin preaviso, les plantan en una sala fría, con un señor o señora con un vestido negro extrafalario, que tiene a ambos lados más adultos que no conoce, y un micrófono delante. Eso, de por sí ya es estresante, pero por si fuera poco en la mayoría de los casos tienen a su papá y a su mamá (a veces también a otros familiares o amigos de la familia) detrás suyo. No les ven, pero les sienten. Y ahí viene cuando les hacen preguntas sobre el comportamiento de sus papás, sobre su vínculo para con ellos, las cosas que suelen hacer con cada uno ...

Creo que si en ese momento pudiéramos medir las reacciones de estrés de los niños y el cúmulo de cosas que les vienen a la cabeza, nos daríamos cuenta de lo que estamos haciendo. En ese momento les abordan todas las frases que su entorno les han dicho previamente sobre lo que deben o no deben decir, además de medir cada una de sus palabras, porque no quieren perjudicar a ninguno de los dos. Son sus padres, y les quieren a ambos, lo único que desean es que estén bien, que sonrían, y verles felices, pasar tiempo con ambos, tiempo de calidad.

Más de un niño se desmonta ante esa situación y rompe a llorar, siendo incapaz de articular una sola palabra. Creo que es más que comprensible.

Con todo esto no quiero decir que no se deba conocer la opinión de los niños en cuanto a su vínculo con sus progenitores y familiares, ni que no se les deba preguntar sobre qué actividades hacen con cada uno, cuáles son las normas que les imponen, y todo lo que se considere necesario, pero en otro entorno, y en otro momento, a cargo de un perito psicológico.

Cuando se solicita un informe pericial en un divorcio contencioso donde se debate la guarda y custodia de los menores, éstos acuden al psicólogo forense, así como sus progenitores. Es en ese entorno, sin tanta presión, sin límites estrictos de tiempo, donde se debe entrevistar a los menores. A lo largo de varias sesiones, donde se va creando un clima de confianza, a través de juegos, dibujos, y a manos de un profesional experto, los niños no sienten la situación como traumática y pueden comentar más temas, y de forma más extensa, lo que, sin duda alguna, es un mayor auxilio al Juez.

Así pues, considero que previo al juicio, se debería solicitar un informe pericial psicológico del nucleo familiar, donde se diera voz a todos los integrantes de lo que un día fue una familia, y cumplir un doble objetivo: ahorrar el trago a los menores de tener que declarar en el juicio, que son los más desprotegidos se mire como se mire, y aportar una información más fiable y extensa al Juez para que pueda tomar una decisión más fundamentada.

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